viernes, 29 de abril de 2011

El dolor: ¿embrutece... o eleva...?



Desde hace ya varias semanas una pregunta no para de pulular por mi mente: ¿El dolor nos embrutece o nos eleva espiritualmente? Y la verdad es que no hayo la respuesta, pues dependiendo del día, la hora, estado de ánimo... etc. tan pronto pienso que es una cosa como la otra.

Cierto es que cuando uno siente dolor, ya sea físico o moral, las más de las veces es cuando somos capaces de elevarnos espiritualmente y escribir los más bellos y profundos escritos, pues gracias a esta introspección resultante de ese dolor, es por lo que lo logramos al ser capaces de aislarnos completamente aunque solo sea por unos momentos de todo lo que nos rodea y bucear en lo más profundo de nosotros mismos, con lo cual, somos capaces de conectar con lo mejor y más bello que hay en nosotros, con nuestro "yo" verdadero, y de ahí ese resultado tan brillante.

Pero otras veces, el dolor (y aquí me refiero al físico) es tan intenso y machacón que se hace insoportable y a parte de que te impide pensar coherentemente, es capaz de sumirte en el más profundo de los abismos sin ser capaz de ver más allá de tu nariz. En esos momentos solo sabes desproticar y tu único pensamiento es acabar de una vez por todas. Pedir desde lo más profundo de tí, que cese ya... Solo deseas desaparecer y fundirte como plomo en el fuego ardiente de tu deseo de no volver a "ser" nunca más.

Y en esos momentos en los cuales también te metes dentro de ti, pero en vez de sacar tu belleza interna y lo mejor, solo somos capaces de bucear en las profundidades más oscuras y tenebrosas sacando lo peor de nosotros mismos... Y si estando en ese estado alguien tiene la osadía de acercarse e intentar animarte o hacerte razonar, no dudas en mandarlo bien lejos con cajas destempladas, pues en ese momento no te importa nada, ni tu mismo. Todo pierde su razón de ser, su lógica, y lo único que eres capaz de ver y sentir es tu propio dolor olvidándote del ajeno e importándote un pimiento todo lo que sea ajeno a ti.

Por eso, no puedo dejar de preguntarme: El dolor, ¿engrandece o embrutece? ¿nos eleva... o nos empequeñece? ¿nos hace más humanos... o nos pone al nivel de los animales? porque incluso éstos, son mucho mejores que nosotros cuando estamos en ese estado de ofuscación.

Un abrazo,
SIN dolor...

Alias/Ocarina